«Estamos en 2016, ¿por qué debería utilizar un pañuelo?”
Escucho mucho este comentario. Muchas personas señalan que sus abuelos o padres usaban uno, incluso que crecieron teniendo que planchar los pañuelos de sus padres. Pero cayeron en desgracia. Y es justo, no a todo el mundo le gusta la idea.
Pero no cabe duda de que hay un lugar para los pañuelos en el siglo XXI. Y creo que el HankyBook es la forma adecuada para ello.
Historia del pañuelo
La segunda mitad del siglo XX fue una época dorada para los productos desechables. Los montones de residuos se acumulan en los vertederos. Nuestros océanos se llenan de plástico y papel que se usaron una vez y luego se tiraron. Hoy en día, el 80% de todo lo que compramos se usa una vez y luego se desecha. Abandonado a una eternidad de residuos. Ocupando espacio sin propósito. Envenenando la tierra y el agua.
No tiene por qué ser así.
Un cambio sostenible
Podemos elegir no talar millones de árboles cada año para obtener pañuelos faciales. Podemos optar por no utilizar miles de pañuelos para nuestras alergias y resfriados, comprando caja tras caja de papel, en su mayoría de fibra virgen, y tirándolo a la basura.
Podemos optar por abandonar estas formas de despilfarro y encontrarnos con una cultura que valore la sostenibilidad por encima de lo desechable, la reutilización por encima de la recompra, la salud a largo plazo por encima de las soluciones rápidas y las soluciones reales por encima de las apuestas de alta tecnología.
Los pañuelos encajan en el modo de vida consciente y sostenible con la misma naturalidad que el compostaje, el cultivo de verduras y cualquier otro principio de la vida ecológica moderna. Nuestros abuelos usaban pañuelos porque formaban parte de la cultura. Podemos recuperar esa parte de nuestro pasado y ayudar a la próxima generación a vivir de la forma correcta; sin derrochar, sin contaminar, de forma consciente y conveniente.
Por eso el pañuelo hace belong to life, in 2016 and beyond.